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“Fue como tocar el cielo con las manos”

Hoy se cumplen 19 años del debut de Norberto Fontana en la F1, en el GP de Francia de 1997, y el arrecifeño compartió con carburando.com sensaciones y vivencias de aquel día histórico.
“Fue como tocar el cielo con las manos”
“Fue como tocar el cielo con las manos”

Después de nueve años sin pilotos argentinos en una grilla de un GP de Fórmula 1, se cortaba la sequía. Fue el 29 de junio de 1997, en el circuito francés de Magny Cours. Allí y de manera sorpresiva hacía su debut Norberto Fontana, la promesa del Río de la Plata, a quien Sauber le había comunicado diez días antes que debía reemplazar al accidentado Gianni Morbidelli, piloto titular de la escuadra suiza. Hoy se cumplen 19 años de aquel domingo que significó el arribo del 22° representante nacional a la Máxima.

“Fue como tocar el cielo con las manos”, recuerda hoy Fontana. “Cinco años atrás andaba en una motito Juki por Arrecifes tratando de juntar 500 pesos para correr en la Fórmula Renault. Y de repente estaba ahí, por largar un Gran Premio de F1 sin poner un peso”, se enorgullece en el comienzo del relato de aquella experiencia inolvidable que generó una enorme expectativa en la Argentina. “Recuerdo que yo paraba en un hotel cercano al circuito. Y mi gente había dado el número de fax para que los fans me enviaran mensajes. Cuando llegué el viernes por la tarde después del primer día de actividad, me estaba esperando el conserje enojadísimo porque había tenido que cambiar dos rollos de papel, por los mensajes que me habían llegado”, se ríe Fontana.

Si bien no fue el debut soñado, sí fue el sueño de toda su vida. Desde cuando acumulaba victorias en karting y su padre Héctor prometía “Hasta la Fórmula 1 no paramos”. Fontana debió aprovechar la oportunidad que se presentó. Aunque no era en las mejores condiciones. Hacía 9 meses que no se subía a un F1, desde su último test en Estoril a fines de 1996 con el Sauber C15, y nunca había tenido contacto con el entonces actual Sauber C16. Por ejemplo, Alexander Wurz debutó ese año en Benetton para reemplazar repentinamente a Gerard Berger. Al momento de su primer GP, el austríaco acumulaba ese año 2.500 km de prueba.

“En la conferencia de prensa un periodista inglés me preguntó si me preocupaba el hecho de que no me había subido nunca a ese auto. Y (Mika) Hakkinen, que era uno de los pilotos que estaba ahí, giró la cabeza y me dijo sorprendido: ‘Es cierto que no lo conocés?!´”, cuenta Norberto. Y agrega: “Fue todo muy de golpe y tuve que aprender muchas cosas juntas. Además, me tuve que hacer la butaca recién en el circuito, y no quedó bien. En la carrera me empezó a doler uno de los glúteos y después la pierna izquierda. Estaba muy incómodo”.

Ni las condiciones climáticas ayudaron a Fontana en su bautismo. El viernes había llovido y fue complejo conocer el potencial del monoplaza. Además, el Sauber C16 tuvo el peor rendimiento del año en Magny-Cours, con falta de tracción. El sábado clasificó 20°, a 0s480 de su compañero Johnny Herbert (14°), con pista seca. “El domingo llovió en la prueba de tanque lleno. Anduve muy bien… Quedé 10°”, relata el argentino quien era más rápido que su compañero por medio segundo. La lluvia se detuvo y la pista se secó para la carrera. “Engrillarse fue increíble. Llegar con el auto al cajón y ver el semáforo fue algo que había imaginado toda mi vida. Moví muy bien, superé dos autos y en la curva 1 lo toqué de atrás a un auto (Mika Salo - Tyrrell) y ahí se me dañó el alerón delantero”, detalla el protagonista de sus primeros instantes del Gran Premio. “Yo pensé que el inconveniente me había dejado el auto con ida de trompa. Y en realidad era una cuestión de puesta a punto, porque el equipo decidió dejar un set-up intermedio para seco y mojado”, confiesa.

Más obstáculos, debió sortear Norberto: “En la carrera se me rompió la radio. Y ellos tenían un libro de instrucciones para las indicaciones con los carteles y señas en el paredón de boxes. Yo no las conocía. Y no sabía cómo decirles que se prepararan para cambiar el alerón delantero. Cuando entré a boxes ellos nunca se enteraron de mi problema y fue todo muy confuso. Ahí ya se nos complicó bastante, porque me cambiaron las gomas, me devolvieron a la pista, y después tuve que volver a parar para que me reemplazaran la trompa”.

Las crónicas de la fecha cuentan que en la vuelta 43 comenzó a caer una leve llovizna, justo en el inicio del segundo turno de cambio de neumáticos. También que poco antes, en el giro 38, Fontana se había detenido para cambiar el alerón delantero, dos vueltas después de su primer cambio de gomas. Y en la vuelta 40 dan cuenta de su abandono. “Venía apretando en los tiempos de vuelta. Cuando se empezó a mojar la pista, yo estaba con gomas lisas. Y en la curva 1, el auto se me empezó a ir hasta que me quedé sin pista y quedé en la leca”, se lamenta aun hoy el ex piloto internacional sobre el final de su primera carrera.

Así se terminó aquel complejo debut. “Largué mi primer Gran Premio con solo las 30 vueltas que pude dar entre los entrenamientos y la clasificación”, apunta. Al cabo, se quedó con la 12° vuelta más rápida de la carrera, que fue 1s más veloz que la de su compañero Herbert. “Me felicitaron por eso”, asegura. En el balance, por aquellos días quedaba un sabor agridulce. El mayor talento y promesa argentina tenía su gran oportunidad. Pero no de la manera que lo merecía. Y aunque siempre supo que la chance le llegó un poco cruda, para Fontanita “fue como tocar el cielo con las manos”.

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