Opinión
SE OLVIDARON DEL "MANUAL"
Todos los que de alguna manera u otra formamos parte de este deporte, que tanto nos apasiona, generalmente intentamos justificar o explicar los imponderables que se suceden en una competencia de automóviles.
Es una carrera con autos, donde el piloto pasa a formar parte de un conjunto, con el cual trata de sobresalir sobre el resto. Muchas veces, ese conjunto no se alínea, como consecuencia los resultados no aparecen, generando sinsabores, enojos y malos momentos. Ayer en Rafaela todo eso quedó atrás. El clásico "Manual de Excusas" fue dejado de lado y disfrutamos una carrera sencillamente espectacular.
En Rafaela dio la impresión que todos se pusieron de acuerdo para hacer la mejor carrera del año. En el "manual" faltaron las páginas de la puesta a punto, la de los motores que no iban a aguantar, la de las gomas que se iban a romper, la de las órdenes de equipo, las chicanas, las trompas, los paredones etc.
El sábado luego de la electrizante carrera clasificatoria, escuchamos todo tipo de comentarios al respecto. Cada uno intentaba justificar o explicar por qué en tan solo nueve vueltas se explotaron algunas gomas o por qué los motores se empezarían a romper. Sin embargo llegó la hora de la verdad y se acabó el verso. Todo el mundo pensó en la carrera y de qué manera poder pelear por la victoria, en un circuito que sin dudas, por su velocidad y riesgo, tiene un valor agregado.
Empezamos por Mariano Werner que, sin dudas, luego de ganar el sábado, era el candidato. Pero sorpresa: Su alerón se voló y empezó otra historia. Cuando todos pensábamos que iba a ser imposible que siguiera en carrera, el flamante papá, dio cátedra en el "Templo" y se la bancó durante toda la carrera sin la carga aerodinámica. Hago un párrafo aparte para la CDA del ACA. Si bien el reglamento indica que es obligatorio en uso de un alerón trasero, no especifica que hacer si ese elemento, que fue verificado previamente, se suelta. Con buen criterio y analizando la conducción de Werner durante un par de vueltas, los Comisarios Deportivos entendieron que no generaba riesgo alguno y lo dejaron en pista. Bárbaro, también dejaron de lado el riguroso manual y colaboraron con el espectáculo.
Ante el inconveniente de Werner y un Peugeot 408 perfectamente equilibrado, sino hubiese sido imposible que siguiese en carrera sin alerón, se agigantó la figura de Martín Moggia. El joven de Citroën manejó como un veterano de la categoría y les corrió de igual a igual a los consagrados mereciendo la victoria que se le escurrió de las manos a falta de dos vueltas por la rotura de una goma.
Desde atrás se venían como flechas Emiliano Spataro, Matías Rossi, y Facundo Chapur que desde las últimas filas y como él mismo declaró con mucho "Cagazo" por la "Piña" del sábado, se olvidó de todo y aceleró hasta por arriba de los paredones para llegar al podio.
La pinchadura en el Toyota de Ponce, la rotura del parabrisas de Agustín Canapino, el prematuro golpe de Germán Sirvent, las maniobras de Werner y Moggia al filo de la navaja, la persecución implacable de Spataro y su resonante victoria, la gran recuperación de Toyota con un Rossi que el día anterior estaba desmoralizado, el permanente cambio en la punta del campeonato y muchas cosas más que nos regalaron, en un domingo pleno de automovilismo.
Una jornada que se recordará por siempre en un circuito que tiene mucha historia y que pone en juego la verdadera pasión de un piloto al sentarse en un auto de carreras, aquello que muchas veces nos llevaba a los autódromos a mirar y admirar la habilidad del piloto que pone en riesgo su pellejo para llevar un auto cerca de los 300 km/h.
Gracias STC2000. Gracias pilotos, equipos, dirigentes: Gracias Rafaela por rendirle permanentemente homenaje al automovilismo haciendo carreras en este auténtico "Templo de la velocidad".