Opinión
El fin de semana más espectacular del año
En Santa Fe se corre en las calles hace 32 años, y cada fecha supera a la otra en magnitud. Es el acontecimiento del automovilismo argentino más relevante de toda la temporada. Habrá quienes discuten la importancia con carreras de otras categorías o con los "200 kilómetros de Buenos Aires" otra fecha emblemática de la categoría con muchos pilotos invitados de renombre.
Pero nadie puede dejar de soslayar que lo que se vive en Santa Fe desde el sábado por la mañana es singular y no tiene comparación. La carga de adrenalina que hay en el ambiente en esa hora previa de la carrera de la noche con los autos brillosos, casi listos, las luces del circuito a pleno, la multitud ansiosa en las tribunas y los faros de cada modelo prendidos prestos para salir a la pista generan una imagen que queda grabada por mucho tiempo en las retinas y en la memoria. Es una fiesta. Literal. Con el mayor sentido de la palabra fiesta, en medio de un espectáculo deportivo en el que además se ponen en juego en la pista chances de campeonato para muchos pilotos y equipos. La carrera de la noche es la más esperada. La del domingo tiene la desventaja de correrse en un circuito con muchos secretos ya descubiertos y con rendimientos de los autos ya planteados en la primera parte del fin de semana. Pero es un circuito igualmente atractivo con el sol del mediodía. Para Facundo Ardusso y su Renault Fluence, ha sido un fin de semana soñado... ganó casi todo lo posible y se llevó las dos victorias.
Leer más: Ardusso fue amo y señor de las calles de Santa Fe
En el plano deportivo es una exigencia doble. Se vio que los autos sufrieron mucho con los frenos, la tracción y la posibilidad latente del golpe (hubo varios este fin de semana). Los pilotos padecen con su físico y concentración absoluta en dos Finales en las que un error se paga muy caro. El sàbado despues de la primera final varios quedaron exhaustos. Los equipos trabajan sin horarios y muchos siguieron de largo de la noche del sábado a la carrera del domingo como Citroen para recuperar el C4 Lounge de José Manuel Urcera, o intentarlo con el Focus de Damián Fineschi o el Corolla de Gabriel Ponce de León. Para la televisión el esfuerzo de técnica, cámaras y cableado supera lo de cualquier otro escenario.
Las carreras pueden salir buenas, regulares o lineales. Dependerá de varias circunstancias. Siempre es difícil el sobrepaso entre las paredes de un callejero, pero con la variante de la nueva horquilla se abrieron más posibilidades de espectáculo. Hubo fricciòn, pelea, golpes y muchos sobrepasos (Luciano Farroni entre las dos Finales sumó 30 sobrepasos, por ejemplo). En las 24 carreras realizadas en Santa Fe, han salido muy buenas, y otras regulares. Nada garantiza una cosa o la otra.
El entorno nunca falla. Las luces de la noche ponen un sello que el Súper TC 2000 puede mostrar con orgullo de ser la única categoría de sudamérica capaz de realizar un evento de tal magnitud. En un país acostumbrado a los sistemas de carreras de hace décadas, desde 2006 con el regreso de la categoría a las calles de Santa Fe empezó a marcarse un camino que tiene que ver con la tendencia irreversible de lo que significa hoy en el mundo un acontecimiento deportivo. Esto es, sumarle entretenimiento, agregarle valor con eventos complementarios, acercar a la gente que pocas veces vio una carrera y llegar al público en un ambiente agradable. Mantener el espíritu de justa deportiva con actividades dentro y fuera de la pista. Que el ruido no sea solamente de motores...
Es difícil y muy complejo hacer una carrera de estas características. Pero el premio lo vale y es llegar con el automovilismo de una buena manera al público común, no especializado, ni seguidor de carreras. En un evento que tiene luces, brillo, sensaciones y adrenalina que permiten valorar un fin de semana fuera de lo habitual.
Ver los autos en las calles con brillo propio, las luces del circuito, los faros a plena velocidad, los discos de frenos enrojecidos en cada frenaje de cada curva, las luces del trazado reflejándose en cada auto, los fuegos artificiales en la previa, el fuego de los escapes, las luces de los tableros, el entorno, la atmósfera, la tensión, la adrenalina, el ruido de los motores V8 en plena noche, las ondulaciones del piso, las chispas en algún salto, el marco del puerto de un lado del circuito y de los edificios adornados del otro, la multitud en medio de las tribunas, los árboles y los balcones.
Todo se relaciona, y todo se conjuga para que en la carrera del sábado y en la luminosa del domingo, el automovilismo viva su mejor fin de semana del año. Es la carrera en la que pilotos, directores, mecánicos, sponsors, asistentes, técnicos, dirigentes, autoridades, el público y nosotros, los periodistas, llegamos con la ansiedad y excitación que se potencia hasta el momento de la vuelta previa de la final, cuando en el aire solamente habita el ruido de los motores. Mientras la multitud espera que empiecen la carrera.
Santa Fe y sus calles. La mejor carrera para ver, disfrutar, y sentir. No tengo dudas.