Turismo Carretera
La ruta, por última vez en la historia del TC
Fue un fin de semana de medio verano, con las expectativas renovadas en todos los participantes. Con la tradicional verficación técnica y administrativa de los sábados con muchos autos flacos de publicidades y con pruebas previas que en la mayoría de los equipos despertaban sueños casi de campeón. Aquellos sábados aburridos y tediosos con autos entrando y saliendo al galpón de verificación tenían como único atractivo la llegada del piloto vestido de civil para que comente algunas impresiones en los grabadores y micrófonos de las radios que preparaban sus rutinas de sábado.
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La última carrera
Casi sin darnos cuenta, hace hoy 21 años, en el semipermanente de Santa Teresita, tenía lugar la XVII edición “Triangulo del Tuyú”, siendo la última carrera en ruta. La final fue sobre 12 vueltas al trazado de 9.450 metros y la ganó Eduardo Germán Ramos con el Falcon de Vermen, propiedad de Juan Forcinitti que habían corrido anteriormente Oscar Fineschi y Walter Hernández. El podio lo completaron el “Guri” Martínez (Ford) y Juan María Traverso (Chevrolet).
Los diez primeros fueron, “Tito” Bessone con Ford, el “Chueco” Romero con el Falcon del Club Olavarriense de Competición (COC), luego José Ciantini, Mario Gayraud, Guillermo del Barrio, Luis Minervino, y Carlos Esteban Saiz. El dominador había sido Roberto Urretavizcaya pero un despiste, y la rotura de un neumático, lo marginaban de ingresar en la historia grande del Turismo Carretera.
Ramos culminó con un éxito en 1996 (ganó en Balcarce) y comenzó 1997 de la misma manera. El piloto de Mechongué puso sobre la pista toda su experiencia para conducir el Ford que durante el año anterior dio satisfacciones a Walter Hernández, también con muy buenas actuaciones. Los simpatizantes de Ford no pararon de festejar. Porque no sólo gritaron la victoria de Ramos, sino que además las tres series fueron para representantes de la marca con Roberto Urretavizcaya, Omar Martínez y el ganador de la final. no tuvieron problemas para acceder a los primeros lugares.
Los Chevrolet no estuvieron a la altura ideal. Juan María Traverso, el campeón, alcanzó un lugar en el podio. El resto, no llegó a preocupar a los punteros. Luis Minervino y Guillermo Ortelli, que compartían el equipo que dejó Traverso, se retrasaron por diversos inconvenientes. Minervino peleó con la transmisión, mientras que su compañero abandonó en la primera vuelta tras romper una válvula. Fabián Acuña, que debutó con la marca, dijo adiós en la serie, en la que rompió una llanta tras un despiste. En la final, Urretavizcaya, otro gran conocedor de la ruta, comenzó con la punta entre sus manos, compartida por momentos con Lalo Ramos. Hasta que el duro andar del Falcon de Chacabuco (pisó más pianitos que lo aconsejado), pasó la factura: la cubierta delantera derecha se deshizo y las ilusiones de Tito se marcharon rápidamente. De ahí en más, Ramos se afianzó en la vanguardia (sólo en una vuelta Traverso llegó a ser primero).
La despedida
Fue la despedida de las carreras en la ruta. Sin nostalgias, ni reproches ni tristezas, el TC se fue apagando en su cuna, hasta que en Santa Teresita dijo adiós a los circuitos que brillaron décadas antes con multitudes y pilotos jugándose la vida en las chicanas y largas rectas. Se acabó la ruta. No el TC, que se trasladó con mucho esfuerzo a los autódromos, hogar postizo por aquellos tiempos. Como de costumbre, la categoría abría cada temporada sobre la ruta, muy cerca de la playa. Aunque siempre se prometía que "ésta es la última vez en un semipermanente", todavía se insistía con una fórmula que poco tiene que ver con el presente de la categoría. Ese fin de semans en la costa con un ingreso de público muy inferior al que se registró en la carrera de 1996, la idea de dejar el hábitat natural del TC fue tomando forma. Y casi sin querer, nunca más se corrió en una ruta.