Opinión
Ayrton Senna: el día que el Superhéroe murió como un ser humano
A 30 años de la muerte de Ayrton Senna, su recuerdo sigue latente en todos los fanáticos.
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Paralizó a todos. No podía ser. No había forma. Si los Superhéroes no pierden. No caen. No mueren. No hay historia en las que esas grandes estrellas con capa pierdan definitivamente.
La imagen frente al televisor causaba estupor. El cuerpo inmóvil de Ayrton Senna sobre el Williams estrellado en la curva de Tamburello presagiaba lo peor. Más allá de las habituales maniobras disuasivas para estirar lo que se presume en un primer instante de incredulidad total.
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Pero siempre se aferra a la esperanza, por más que parezca imposible. Hasta que llegó aquella noticia oficial que sentenciaba lo que ya todos sabíamos: “Murió Ayrton Senna”.
El 1° de mayo de 1994 quedó marcado a fuego. El día que el Superhéroe cayó para siempre. Por aquel tiempo trabajaba en el diario La Nación. Eran mis primeros años en una redacción repletas de grandes plumas y fenomenales gurúes de la letra y el papel, que marcaba tendencia cuando aún la era digital ni siquiera se presagiaba.
El 1° de mayo se celebra el Día del Trabajador. Uno de los pocos días del año que no se publican los diarios. Por lo tanto, para todos los que allí trabajábamos, el feriado se adelantaba al 30 de abril.
Ese año, por ser domingo el feriado, el fútbol argentino pasó la fecha al sábado. Justo el día no laborable para los gráficos. Pero ese 30 de abril de 1994 fue jornada del Superclásico del fútbol argentino entre Boca y River en la Bombonera. Por lo que el tan esperado día de descanso, no fue tal.
Sábado de cobertura en el estadio. Partido intenso, triunfo de River por 2 a 0 y luego, la tragedia. La famosa emboscada de los hinchas de Boca arrojó como resultado dos muertos. Un caso más de violencia en el fútbol argentino. Una redacción que se suponía vacía, se agitó con la vorágine de la información de una tarde sangrienta. Y así, todo se adelantó ´para la edición del diario del lunes 2 de mayo.
La ausencia de internet y redes sociales permitía esas prácticas que aún mantenían vigencia en la noticia plasmada en el papel del diario.
Pero ese fin de semana no terminó el sábado. Al día siguiente, bien temprano en la Argentina, el despiste de Ayrton en la curva del autódromo de Imola fue un golpe de knock out para todos.
Allí sentí por primera vez el impacto profesional de una noticia de altísimo impacto. Las Torres Gemelas, la proclamación del Papa Francisco. Alguna jornada electoral. La muerte de Diego. Argentina campeón del Mundo...
Toda la redacción en función a una noticia que sacudía a todos. Amantes o no de la Fórmula 1. El perfil deportivo, cultural, social, comercial, y todas las repercusiones mundiales que se multiplicaban en la figura del astro del mundo de la velocidad.
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Allí compartí el trabajo de intenso de todos. A mi lado, el gran Alfredo Parga tecleaba a más no parar para completar páginas del diario sábana. Hipótesis del incidente, culpabilidades, el llanto de Brasil, que se preparaba con un dolor tan inmenso como desconocido para dar el último adiós a su gran representante. Aquel que daba alegrías al sufrido pueblo que padecía desilusiones económicas y sociales.
Recuerdos de un 1° de mayo que se vivió con el dolor inmenso al sufrir la caída del gran Superhéroe, que pasó a la inmortalidad.
