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El final de una hermosa historia

“Ha sido una historia hermosísima". Por Leo Regueira

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El final de una hermosa historia

Vale citar la frase que inmortalizó Marcelo Gallardo cuando anunció el cierre de su inolvidable y exitoso primer ciclo como director técnico de River Plate, a fines del 2022: “Ha sido una historia hermosísima”. Durante aquel período que duró ocho años, la “Marca River” se expandía por el mundo y asomaba un embajador en los Estados Unidos, vinculado al automovilismo. Ricardo Juncos lanzaba su aventura para las 500 Millas de Indianápolis del 2019 con el escudo de la institución en su monoplaza. Junto al novato y campeón de la Indy Lights del año anterior, Kyle Kaiser, lograban una de las hazañas más resonantes de los últimos tiempos en la carrera más emblemática del mundo al dejar afuera de la competencia a la estrella de aquella edición, el asturiano bicampeón de F1, Fernando Alonso.

Ricardo Juncos es un soñador, emprendedor y trabajador incansable que no hace apuestas chicas en su vida. Con aciertos y errores. Se cayó y se volvió a levantar varias veces. Incluso lejos de su casa. Se rehízo y alcanzó lo máximo en su ámbito, desde el karting a montar un equipo de IndyCar. Siempre con el sello argentino. Y orgulloso de sus raíces.

Soñó en grande y lo convirtió en una foto histórica para el deporte argentino. Un auto pintado celeste y blanco, con un piloto argentino en las 500 Millas de Indianápolis. Se la jugó por uno de los mejores pilotos de la historia del automovilismo nacional, que logró todas sus conquistas en autos con techo. Y mientras muchos en la IndyCar lo miraban de reojo, Juncos inflaba el pecho abrazado a un Agustín Canapino sin experiencia en monoplazas.

Esa hermosa historia llegó a su fin. Y hay una fuerte sensación de tristeza y de vacío. Y muchas preguntas… No habrá muchas respuestas oficiales que convenzan al público respecto de este final abrupto. Aunque con el paso de las horas, se puede ir recolectando mayor información para aportar a tanta confusión.

Brad Hollinger, el copropietario del equipo, en el último tiempo dejó de ser solo un accionista que acompañaba las decisiones del fundador de la escuadra. Ante los conflictos, la falta de resultados y de ingresos económicos desde Argentina, cada vez fue más difícil para Ricardo Juncos sostener su apuesta por Canapino.

Este final se cocinó a fuego lento. No surgió de un día para otro, sino que viene de larga data y con varios capítulos. Juncos defendió internamente ante su socio la posición de su piloto. Siempre consideró que para ser competitivo en IndyCar se necesitan 4 ó 5 temporadas. Hollinger marcó la cancha con el episodio post Detroit (Theo Pourchaire y las redes sociales) y la decisión de “cuidar” a Canapino, en Road America. El regreso en Laguna Seca pareció acomodar las cosas, aunque las urgencias eran las mismas y el desgaste interno en aumento. Si bien el potencial y la competitividad de Canapino estaban de manifiesto, la seguidilla de malos resultados no colaboró.  

Los abandonos en Iowa y Toronto, con roturas del monoplaza incluidas, pesaron más que el ingreso por primera vez al Fast 12 en su última clasificación y probablemente el momento de mayor velocidad de Canapino desde que llegó a IndyCar. Y mientras los fans del “Titán” esperaban la próxima fecha para cortar la mala racha, en el óvalo del World Wide Technology Raceway de Illinois (16 y 17 de agosto), el arrecifeño era reemplazado por Conor Daly en los tests de la última semana en ese mismo circuito.

Hollinger ya había bajado el martillo. Sin perspectivas por el momento de aportes económicos desde Argentina, Juncos ya no tuvo más margen de acción. La decisión ya estaba tomada. A pesar de haber anunciado el equipo la continuidad de Canapino hasta el fin de esta temporada.

Según pudo averiguar carburando.com, apareció una oportuna posibilidad de interesantes aporte y proyecto de un piloto que traería tranquilidad para el 2025 y más allá en el tiempo (no sería Devlin Defrancesco). Se vienen tiempos de cambios en IndyCar, con la incorporación del sistema Charter, similar al de NASCAR (una especie de franquicia que le otorgará a los equipos la posibilidad de ganar más dinero en premios, asegurarse la participación en Indy500 y vender o comprar sus plazas), y el Juncos Hollinger Racing necesita solidez y previsibilidad lo antes posible. 

Canapino no imaginaba este desenlace. Lo tomó por sorpresa mientras preparaba la próxima fecha con el análisis de datos y cámaras a bordo. Estaba enfocado en sumar los puntos necesarios para ingresar en las posiciones del Leader Circle, para colaborar con el equipo en la necesaria obtención del premio de un millón de dólares que aliviara las arcas del Juncos Hollinger Racing. Su cabeza estaba puesta en continuar en los Estados Unidos mucho tiempo más. Si bien no estaba del todo cómodo en el último tiempo, era su ilusión continuar con su crecimiento en aquel automovilismo.

En el Juncos Hollinger Racing no han sabido o podido explicar por qué se llegó a este final. Todavía no han hablado públicamente ni Canapino, ni Juncos. No ha sido buena la comunicación. O tal vez en los Estados Unidos es más común cerrar ciclos y no dar tantas explicaciones. Incluso en la propia IndyCar existen cambios de pilotos a menudo y no se llenan ni horas de programas, ni se escriben tantos artículos. Lo cierto es que para la idiosincrasia argentina y para la ilusión que generó esta combinación Juncos/Canapino fue una bomba. Y las explicaciones no estuvieron a la altura de las circunstancias. 

Un largo trasfondo con más ingredientes que fueron sumando a lo largo del año y medio que duró esta aventura. La relación de Ricardo Juncos y Agustín Canapino es buena. Ambos están dolidos por un final que nadie hubiese querido escribirlo de esta manera. Mutuo acuerdo significa entender el contexto, agradecer y valorar lo vivido, y mirar para adelante.

Las gestiones por concretar el Grand Prix de Buenos Aires de IndyCar siguen adelante y bien encaminadas. Ricardo Juncos está en Argentina en estos días con distintas reuniones. Las puertas siguen abiertas para el “Titán”. Canapino demostró lo que puede lograr en las 500 Millas de Indianápolis y Juncos lo sabe mejor que nadie que sería una buena opción para la próxima edición. Y el Autódromo de Buenos Aires podría reventar sus tribunas si el arrecifeño corriera con un auto del Juncos Hollinger Racing a fines del 2025 en una carrera sin puntos (ingresaría definitivamente en el calendario 2026 en una carrera puntuable). Quizás los caminos se vuelvan a cruzar. Ambos expresaron ese deseo en sus redes sociales.
“Se intentó y no salió”. Esa frase se repite en cada conversación. Merecía más tiempo esta aventura. Lo que hoy es tristeza, con el tiempo se transformará en grandes recuerdos. Fueron 29 carreras. Y después de 83 años, la argentina volvió a tener un piloto en las 500 Millas de Indianápolis. Aunque duela… Gracias! Como dijo Gallardo: “Ha sido una historia hermosísima”…

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