Límite de Pista
Biotecnología agrícola: cultivos diseñados para resistir el cambio climático
Sequías prolongadas, suelos degradados y temperaturas extremas desafían la seguridad alimentaria mundial. En laboratorios de todo el planeta, científicos trabajan en el desarrollo de plantas más fuertes y eficientes mediante biotecnología. La meta: garantizar cosechas en un mundo donde el clima ya no es predecible.
El campo en transformación
El cambio climático ha alterado el calendario agrícola y puesto en jaque a millones de productores. Según la FAO, las pérdidas por eventos climáticos extremos se triplicaron en la última década. Frente a este escenario, la biotecnología agrícola se presenta como una herramienta clave para la adaptación.
Mediante técnicas de edición genética, como CRISPR-Cas9, los investigadores modifican genes específicos para conferir a las plantas tolerancia al calor, resistencia a plagas o eficiencia en el uso del agua.
“Estamos acelerando procesos que la naturaleza haría en siglos”, explica la ingeniera agrónoma Lucía Herrera, del Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (INTA). “La diferencia es que ahora podemos hacerlo con precisión y seguridad, seleccionando solo los rasgos beneficiosos”.
Genes contra la sequía y el calor
En los últimos años, se han desarrollado variedades de maíz y soja resistentes a la falta de agua, así como trigos capaces de prosperar en suelos salinos. Estos avances no solo permiten mantener los rendimientos en condiciones adversas, sino también reducir el uso de insumos químicos.
Un ejemplo destacado es el arroz Scuba Rice, cultivado en el sudeste asiático, que sobrevive hasta dos semanas bajo el agua gracias a un gen de tolerancia a la inundación. Otro caso es el del maíz “HB4”, desarrollado por investigadores argentinos, que combina resistencia a la sequía con un manejo más sostenible del suelo.
“Cada nuevo rasgo genético implica años de investigación y pruebas de campo”, comenta Herrera. “El desafío es lograr variedades adaptadas a cada región sin comprometer la biodiversidad local”.
Ética y regulación: el otro debate
Aunque los avances son prometedores, el uso de organismos modificados genéticamente (OMG) sigue generando controversia. Organizaciones ambientalistas piden cautela y transparencia, alertando sobre posibles impactos ecológicos y económicos.
En América Latina, países como Argentina, Brasil y México lideran el uso de cultivos biotecnológicos, mientras otros mantienen restricciones. La discusión gira en torno a la propiedad intelectual de las semillas y el acceso equitativo a la tecnología.
“Es fundamental que la biotecnología no quede en manos de unas pocas corporaciones”, advierte el investigador chileno Rodrigo Torres, experto en políticas agroalimentarias. “Debe ser una herramienta al servicio de la seguridad alimentaria, no solo del mercado”.
Alimentar el futuro
La población mundial superará los 9.700 millones de personas en 2050, y la producción de alimentos deberá aumentar un 60 % para cubrir la demanda. En este contexto, la biotecnología se perfila como aliada indispensable, aunque no única.
Los especialistas coinciden en que combinar la innovación genética con prácticas agroecológicas y políticas de conservación será clave para un modelo agrícola sostenible.
“Necesitamos un equilibrio entre ciencia, ética y medioambiente”, resume Herrera. “Los cultivos del futuro deberán ser más que productivos: deberán ser parte de la solución climática”.
