Opinión
Fangio, el inmortal del asfalto: a 30 años de su partida
El 17 de julio de 1995, a las 4:10 de la madrugada, se apagaba el corazón del más grande piloto argentino. Pero Fangio no murió. Fangio entró en la eternidad.

Han pasado tres décadas desde su muerte, pero Juan Manuel Fangio sigue marcando el rumbo. Para muchos, es solo una estadística gloriosa: bicampeón correindo con Chevrolet de TC y, cinco veces campeón mundial de Fórmula 1 en una época de muerte al volante, ganador con cuatro escuderías distintas, leyenda consagrada sin necesidad de la estridencia mediática. Pero reducir a Fangio a sus títulos es entender apenas una parte de lo que representó. Fangio no fue simplemente el mejor piloto: fue el modelo de lo que el automovilismo aspiró —y aún aspira— a ser.
Fangio elevó el automovilismo a una dimensión ética y estética. Lo hizo desde la sobriedad, con esa forma casi silenciosa de ganar, de hablar poco y conducir mucho. En tiempos donde correr era jugarse la vida —literalmente— cada fin de semana, él lo hacía con una combinación de serenidad, precisión y respeto por la máquina y por el rival
Su influencia excede la pista. Fangio fue pionero en entender que la técnica y la estrategia valen tanto como el coraje. Supo leer los autos, exigir lo justo, conservar neumáticos, negociar con los ingenieros. Introdujo una inteligencia al volante que sentó las bases del piloto moderno. Y, lo más importante, lo hizo sin perder la humanidad. Nunca fue arrogante, nunca buscó el escándalo. Jamás necesitó levantar la voz para que el mundo lo escuchara.
En tiempos en los que el automovilismo parece debatirse entre el show y la esencia, Fangio nos recuerda que la grandeza verdadera no necesita efectos especiales. Su figura es faro y espejo: faro porque sigue iluminando el camino de quienes se suben a un auto de carrera con respeto y pasión; espejo porque nos obliga a preguntarnos si aún es posible competir con clase, ganar con humildad, perder con honor.
Juan Manuel Fangio, el que no necesitó gritar su grandeza, la vivió con mucha humildad, no pertenece al pasado. Pertenece a lo mejor del deporte.