La Otra Mirada
La Otra Mirada: el Porsche en el funeral
Un piloto estaba tan identificado con un modelo deportivo que ese vehículo lidero el cortejo fúnebre ante la multitudinaria despedida. Mirá el informe
El deporte motor ofrece historias llamativas empujadas por la propia pasión que impulsa a una actividad tan tradicional como popular. En este caso recordaremos la muerte de un piloto emblemático, que estuvo tan identificado con un Sport Prototipo, que encabezó su propio cortejo fúnebre.
Hijo de una familia humilde, el 7 de Julio de 1936 en Fribourg nació Joseph Seppi Siffert. Si bien siempre se sintió atraído por los autos y las motos, recién pudo a los 21 años comprar una Gilera 125, con la que comenzó en la competición. Participó en carreras con side-car, donde iba de acompañante.
Y llegaron los logros. Fue campeón suizo en 1959 con una Norton 350, además de participar a nivel mundial en otras categorías. Su carrera deportiva fue tan vertiginosa como en las pistas. Incursionó en el automovilismo y llegó a la Fórmula 1. Si bien en la máxima categoría corrió casi un centenar de competencias, apenas logró dos victorias.
Pero su impronta quedó en Sport Prototipo, donde marcó una era cuando la disciplina empardaba el brillo de la Fórmula 1. Y allí, Jo Siffert estaba en la cúspide, ya que era el referente del icónico Porsche 917, que dominaba el mundo de la velocidad junto con el mexicano Pedro Rodríguez.
El suizo fue fundamental para los títulos de la marca alemana entre 1968 y 1971. Y fue tal su identificación con Porsche que ante el llamado de Ferrari, la automotriz alemana lo retuvo pagándole la temporada en la Formula 1 con el equipo March.
Pero el destino suele ser imprevisible. Y en el momento de mayor gloria, golpeó con dureza. Los dos pilotos exitosos murieron trágicamente. Primero fue Rodríguez, que falleció en una competencia Sport en Alemania, el 11 de julio de 1971. Por ese hecho, se suspendió el Gran Premio de México, que fue reemplazado por una carrera sin puntos en Brand Hacht. Y allí, en octubre, murió Jo Siffert.
El accidente se produjo por un despiste en la curva Hawthorn. Se estima que una rótula de la suspensión se rompió tras un toque con el March de Ronnie Peterson. El suizo se fracturó un tobillo y se desvaneció dentro del vehículo. Esa carrera, sin puntos para el campeonato, fue la Victory Race, en agasajo al campeón Jackie Stewart. Allí se presentó Carlos Reutemann en una competencia europea de la máxima categoría, a bordo de un Brabham BT33.
Siffer murió asfixiado. A la tardía reacción de los encargados de seguridad, se sumó la falta de matafuegos y de máscaras de oxígeno, derivaron en la tragedia. Esa carrera marcó un quiebre en materia de seguridad, ya que a partir de allí se hizo obligatorio el extintor en los autos.
La muerte de Seppi, como se lo conocía al piloto de 35 años, conmovió al mundo. La gran figura del Sport Prototipo increíblemente seguía los pasos trágicos de su compañero Rodríguez. Pero en este caso, el Su idilio con la marca y el feeling con el 917 hicieron que juntos fueran hasta el final.
Unas 50.000 personas acompañaron el entierro de Siffeert en Friburgo, su ciudad natal donde de chico soñaba con el mundo de la velocidad. El cortejo fúnebre estuvo encabezado por el Porsche 917. En la trompa lucía un crespón negro.
El emblemático Porsche fue conducido por por Derek Bell, su coequipoer, con quien Siffer logró tantas victorias. Una de ellas los 1000 Kilómetros de Buenos Aires de ese año, el mismo fin de semana del accidente fatal de Ignacio Giunti, que chocó al Matra de Jean Pierre Beltoise, que insólitamente cruzaba la pista empujando su auto para llevarlo a los boxes.
En 2005 el director Men Lareida lanzó la película “Vivió rápido y murió joven”, que reflejó la historia del recordado piloto suizo.
La historia de Jo Siffert, que vivió y murió por la competición. Y fue tal su identificación con una marca y un modelo, que el Porsche 917 lo acompañó hasta el final, protagonizando una historia única.