Turismo Carretera
Medio paso
La Final del TC de ayer en Posadas no debió largarse. A la vista de todos se sabía que era imposible correr bajo semejantes condiciones. Quienes decidieron hacerlo tendrán sus atendibles motivos, pero por lo que se vió, escuchó y lo que se palpó en ese momento todo indicaba que las medidas de seguridad no estaban dadas para sacar los autos a la pista.Es probable que la idea haya sido probar la pista y esperar a que la lluvia calme y pueda correrse con ciertas precauciones. Sin embargo el diluvio no cesaba y las banquinas estaban inundadas, haciendo todo más dificultoso. Todos sabemos que los actuales autos del histórico TC se ponen difíciles en el momento de traccionar y frenar, y la visibilidad sigue siendo un karma cuando llueve. Con el reciente, duro y casi trágico antecedente que ocurrió en Olavarría, la decisión de correr debió esperar. Pero eso no ocurrió. Los autos salieron igual, con la pista que en sectores tenía mucha agua, con las banquinas imposibles, y con los rescates que parecìan no dar abasto. Sin embargo el simulacro de carrera tuvo al menos dos vueltas con velocidad de bandera verde. El resto fue una fila india que por suerte se estiraba en algunos lugares rectos ya que no se veìa nada por la estela de agua que cada auto despedìa. Hasta el mismo Tito Bessone, ex campeón y comentarista en la transmisión de TV imploraba que debía hacerse algo para sostener la seguridad y que cada auto se debía mantener en el asfalto.
Fue una situación difícil, casi caótica, con muchisima tensión y con un desafío a la seguridad que podría haberse evitado. No son decisiones fáciles las de suspender un evento, pero al menos había que parar la carrera. Hoy y siempre en las últimas etapas de categorías como unidades de negocios, existen intereses que hay que atender y que reclaman su parte: llámese TV y sus horarios, sponsors, gobiernos que pusieron dinero, equipos, dueños de autos y el diverso mundo comercial que sostiene la actividad profesional. Por suerte la escena dramática duró poco, (no debió haber durado nada). En materia de seguridad todo lo que se haga no alcanza, eso no se discute. Pero con Santiago Mangoni todavía convalenciente del accidente de Olavarrìa con piso mojado y sin visibilidad, y pidiendo en redes sociales por la seguridad mientras miraba la carrera, y con la situación que no mejoraba con un panorama tan desalentador, lo que pasó en Posadas fue un desafío a la seguridad que no debería repetirse e innecesario. Haber detenido la carrera cuando la situación empeoró debido a un par de accidentes puso un manto de razonabilidad y de sentido común. Por lo que se leyò en declaraciones de varios pilotos, la medida no alcanzó. Sólo sirvió para certificar que haber largado así había sido un error. Sólo medio paso adelante.