La Otra Mirada
La Otra Mirada: la pasión, ¿se construye o se hereda?
Los Schumacher, Hill, Rosberg... Casos de padres e hijos que llegaron a la máxima categoría. ¿Pasión heredara? Mirá el informe de La Otra Mirada
¿En cuántos rubros vemos a los hijos como una extensión de la profesión que ejercen sus padres? En el mundo del deporte pasa algo parecido. El automovilismo no es la excepción. En distintas disciplinas se advierte esa continuidad. Y en la Fórmula 1 en particular, a lo largo de la historia, se repitieron casos emblemáticos y significativos. La pasión, ¿se construye o se hereda?
Schumacher volvió a escena. Mick, hijo del más campeón de todos los tiempos, Michael, participa en pruebas de Fórmula 1, ya sea en el Desarrollo de jóvenes talentos de Ferrari, como en Alfa Romeo, equipo que ya le tiene reservada una butaca. ¿Será una presión para el joven llevar el apellido de una leyenda como su padre?
Hay casos que demostraron que se puede soportar el peso de la figura paterna. Al menos los hijos también los emularon al consagrarse campeón de la máxima categoría mundial.
La familia Hill tiene un logro muy particular. Graham Hill fue el monarca de la Fórmula 1 en 1962 y en 1968. El único campeón que además logró la triple corona (ganador del GP de Mónaco, la 500 Millas de Indianápolis y las 24 Horas de Le Mans) tuvo en su hijo Damon el consagrado en 1996.
Otro caso curioso de campeones es el de los Rosberg. Keke se consagró en 1982, con una regularidad notable y una sola victoria ese año. Su hijo, Nico, fue compañero de equipo de Michael Schumacher en Mercedes y en ese mismo equipo doblegó al gran campeón Hamilton en 2016 para quedarse con el N°1, aunque se retiró inmediatamente.
La familia Andretti es emblemática en el automovilismo mundial. El legendario Mario fue campeón en 1978 con Lotus. Su hijo, Michael, corrió en la temporada 1993, con McLaren. Luego se abocó a la Indy, en los Estados Unidos.
Más apellidos emblemáticos y con herederos veloces. Brabham es uno de ellos. Jack fue campeón en 1959, 1960 y 1966 pero además fundó uno de los equipos más reconocidos de la historia. Su hijo David pasó sin pena ni gloria por la F.1, en 1990 en el team que fundó su padre, y en 1994 en Simtek. En 2009 ganó las 24 Horas de Le Mans.
Los Fittipaldi instalaron el automovilismo en Brasil. Pero en esta relación padre e hijo la protagonizan Wilson (hermano de Emerson) y Christian. En ambos casos no alcanzaron ni siquiera a una victoria, lejos de los tres títulos del gran Emmo.
Para Brasil, Nelson Piquet sumó tres títulos, en 1981, 1983 y 1987. Su hijo, Nelsiño, tuvo una trayectoria más corta en la máxima categoría, pero polémica. Fue compañero de Fernando Alonso en Renault y protagonizó el escándalo en Singapur 2008, con el denominado “crashgate”, en el que se lo acusó de golpearse adrede para favorecer a su coequiper.
En la categoría leyenda aparece Gilles Villeneuve, el piloto canadiense, tan carismático como atrevido, se ganó el corazón de don Enzo Ferrari. Sin embargo no pudo ser campeón y la muerte lo sorprendió en Bélgica 1982. Su hijo, Jacques, sí pudo consagrarse, al conquistar el N° 1 en 1997 frente al gran Schumacher.
En la actualidad, Max Verstappen es protagonista de la Fórmula 1. Pese a su juventud, debutó a los 17 años, ya se ganó un lugar de relevancia en la máxima categoría. Y emula a su padre, Jos, que fue compañero de equipo de Schumacher en Benetton.
Otros casos con apellidos menos populares: los Magnussen, por ejemplo. Jan corrió entre 1995 y 1998 en Stewart (debutó en McLaren), mientras que su hijo, Kevin, ahora compite para Haas, aunque hizo podio con McLaren.
En Japón está la familia Nakajima. Satoru participó de 1987 a 1991, mientras que su hijo Kazuki compitió en tres temporadas con Williams y ganó las 24 Horas de Le Mans con Fernando Alonso.
Jonathan Palmer debutó en 1983 y su hijo Jolyon lo hizo dos décadas después. En Bélgica está el caso de André Pilette, entre 1951 y 1964, y su hijo Teddy, en la década de los años 70. En Polonia, están los Stuck. Hans corrió en 1952 y 1953, y su hijo Hans Joachim, en los años 70. En Canadá, Manfred Winkelhock participó entre 1980 y 1985, meintras que su hijo, Markus, sólo corrió el GP de Europa de 2007 con una curiosidad: fue líder en 6 vueltas con gomas para lluvia.
Un caso extraño es el de los Schlesser, apellido que se vincula con el Dakar. Jo Schlesser corrió un solo GP de F.1, en 1968, en la que se mató en la segunda vuelta. Su hijo también corrió una sola prueba: Jean Louis lo hizo en 1988 en Italia. Luego ganó el Dakar en 1999 y 2000.
¿La pasión se hereda? ¿Se construye? Como en tantos ámbitos, el automovilismo y la Fórmula 1 en particular demuestran que el amor por el vértigo y la velocidad se lleva en la sangre. La misma que, en muchos casos, comparten padres e hijos.